martes, 26 de agosto de 2008

elque ilumina ho chi minh


Primero hablaré del Partido: gracias a su estrecha unidad y su total consagración a la clase obrera, al pueblo y a la patria, nuestro Partido ha podido, desde su fundación, unir, organizar y dirigir a nuestro pueblo en una ardiente lucha, y llevarlo de victoria en victoria.
Al final del largo viaje Ho Chi Minh suave y despierto sobre El nombre de Ho Chi Minh significaba "el que ilumina". Otras veces se llamó Nguyen Ai Quoc, "el Patriota". Este personaje que se acaba de extinguir en el Palacio de los Gobernadores de Hanoi - pero sólo quiso ocupar un pabellón de servicio- utilizó en su vida quizá más de cien nombres diferentes que se superponían al suyo propio de Nguyen Tat Than, hijo de un médico herborista de Nghe An ( un proverbio indochino dice: "Quién nace en Nghe An, estará siempre en la oposición), para cubrir la larga estela romántica de un revolucionario, de un hombre que cubrió entero el ciclo de la revolución, desde los tiempos palpitantes de la Internacional Socialista hasta la lucha del Vietnam que dirigió. Todavía ahora le gustaba a veces imitar el paso ligero y saltarín de un campesino de las montañas o el gesto servil de un camarero indochino en un restaurante de París. Era el último superviviente de los grandes revolucionarios que han agitado el mundo moderno; la larga aventura de su país le había salvado de todos los peligros de la burocratización, de la esclerosis, de la "manía de oficina" que fue anquilosando a sus compañeros de los viejos tiempos. Aún Ho Chi Mihn se levantaba todos los días a las cuatro de la madrugada, hacia una serie de movimientos gimnásticos y comenzaba a recibir visitas en el jardín del Palacio, ante una cafetera m en la que él mismo colaba el café, frente a unas cajetillas de tabaco americano; la nicotina amarilleaba su barbita de chivo, que en los días de viento o en el movimiento de las arengas se agitaba como una bandera blanca. Decían que este afán de aire libre, esta necesidad de movimientos, era todavía una especie de compensación a los largos años de celda. En las cárceles de Chiang Kai Chek, los prisioneros fingían pelearse por las noches para que los guardianes los llevasen a las celdas de castigo: eran los únicos sitios donde se podía dormir tumbado, sin necesidad de recostarse en un compañero, que muchas veces, por la mañana, aparecía muerto de extenuación, de hambre, de opio…

LA COLA DE LA SERPIENTE

En 1912. Ho Chi Minh - entonces, todavía, Nguyen Tat Than - emigró de su país como mozo, en un paquebote francés. Fue un largo viaje de dos años. De puerto en puerto. Esto es, de colonia en colonia: Ho Chi Minh reflexionaba sobre su país y lo comparaba a los países que veía, a Madagascar o a Egipto, al Congo o a Argelia, y formulaba ya lo que habría de ser su gran aportación al movimiento revolucionario mundial: la importancia de los países colonizados. "Los camaradas metropolitanos -explicaría después en la V Komintern, en Moscú - no han asimilado aún la idea de que el destino proletario mundial está unida a la de las clases oprimidas en las colonias. Tengo la impresión de que quieren matar la serpiente golpeándola en la cola". Era la época de la disputa por el poder entre Stalin y Trosky, la época en que el problema de las colonias era aún una tesis, un tema de discusión teórica, cuando los marxistas dudaban aún si el imperialismo pretendía en las colonias una ampliación de mercados o una explotación de materias primas, cuando las tesis de la ya asesinada Rosa Luxemburgo y el recién muerto Lenin no concordaban en el punto de si las contradicciones internas del capitalismo - que debían hacerle desaparecer inevitablemente - estallarían en el mundo colonial o en la sociedad industrial superdesarrollada. Para Ho Chi Minh, estas disputas no tenían sentido. Para él, la cabeza de la serpiente estaba precisamente en el mundo colonial, y era allí donde había que aplastarla. Le parecía que todas las discusiones eran excesivas. "Cuánto hablan", había gritado ya cuatro años antes en una reunión del partido, en Francia. Pacientemente, con la calma insistente del partido para el camarada neófito, se le había explicado que "hablar y discutir es muy importante para la clase obrera". Nunca lo comprendió del todo. Ho Chi Minh era poeta - como Mao, como otros muchos revolucionarios asiáticos-, educado el estilo condensado, comprimido, de la poesía oriental. Todo podía decirse con un par de docenas de palabras en cuatro versos expresivos formando una sola imagen. La imagen de matar la serpiente golpeándole la cola le parecía bastante…
EL PASTELERO DEL CARLTON
Los cuatros años de tocar mundo colonial por los puertos- donde la miseria es mayor, donde la corrupción y la venta del hombre se asoman, como por una herida, para recibir una limosna o un trabajo que se paga con una limosna le dejaron por fin, en tierra firme, en Londres. Allí tuvo un maestro, por no de revolución, sino de cocina. Ho Chi Minh trabajó en el Carlton y ascendió desde las más tétricas profundidades de los grandes hoteles - que ha descrito maravillosamente otro revolucionario menor, el troskysta George Orwell, en su libro "Up and down London and París" -hasta la sección de pastelería, donde el que fue famoso "chef" Escoffier le enseñó un arte de la gastronomía que no olvidaría jamas. Dicen que los "nidos de golondrina" que preparaba él mismo en Hanoi para los más queridos de sus invitados no tenían igual en todo el Lejano Oriente… Durante sus tres años de Londres, leía y leía, se reunía con compatriotas, con ciudadanos de otros pueblos oprimidos y colonizados. Pero la política estaba en Francia - donde aún había guerra- Y Ho Chi Minh se fue a París, donde trabajaba como retocador de fotografías ("bellos retratos, bellos marcos, todo por cuarenta y cinco francos", decía el anuncio de quien ya se llamaba Ai Quoc, "el patriota", hacía insertar en los periodícos proletarios).
En las noches apasionadas de las discusiones en los cafés se le veía con un muchacho alto, robusto. Un estudiante chino que se llamaba Chu En Lai. En la tertulia literaria de una librería de la calle Jemmaspes se codeaba con León Blum, con Marcel Cachin, con Longuet - sobrino de Carlos Marx -; escuchaba mucho y hablaba poco. Pero hablaba siempre que se trataba del tema de los países coloniales. Se sabía de memoria una de las tesis de Lenin: "El obrero europeo debe luchar por el derecho de autodeterminación. Debe reivindicar la libertad de separación política de las colonias y las naciones oprimidas". Entre los "camaradas metropolitanos", esas ideas no parecían muy claras. El propio partido comunista francés, en sus primero momentos, dudaba de ellas. Si Francia abandonase, por ejemplo, Argelia, ¿no ocurriría que este país sería dominado por las clases religiosas, por los elementos más retrógrados del país? ¿No volvería a la edad media, al feudalismo? Y parecía, sin embargo, científico el paso por cierto estadio antes de llegar a la revolución: del feudalismo a la monorquia absoluta y el establecimiento de las nacionalidades, de ésta a la revolución burguesa, de la revolución burguesa a la proletaria… Muchos revolucionarios coloniales admitían esta tesis. Pero no Ho Chi Minh, que se había vuelto comunista por las palabras de Lineen sobre los pueblos coloniales, que lo era, como más tarde diría él mismo, antes que nada por nacionalismo y por patriotismo…Con esta idea escribió en "L`Humanité", y con ella fundó un periódico agresivo y duro, "El Paria", donde escribirían los dirigentes y los revolucionarios de los países colonizados. Y esta era la tesis de una comedia que escribió entonces con el título de "El dragón de bambú", que no deja de ofrecer cierto aire de antecedente a la frase con que Mao califica la bomba atómica, "El tigre de papel". Con esas tesis, Ho Chi Minh se fue a Versalles, donde se discutía el tratado de paz, para pedir al presidente de los Estados Unidos, Wilson, la liberación del Vietnam, que entonces había dejado de llamarse así y estaba dividido por la administración francesa en tres países (Tokin, Annam y Cochinchina). Wilson no le vió jamás, pero se dice que a partir de ese momento algunos agentes americanos entraron en contacto con el joven revolucionario para comenzar a estudiar la posibilidad de desgajar de Francia aquel trozo del Sudeste asiático…
CON BORODIN Y CHIANG KAI CHEK
Para Ho Chi Minh, la revolución de su país se había convertido ya en una profesión. EL lugar de perfeccionarla, entonces era Moscú, donde llegó en el momento de la V Komintern, ante la que pronunció su famoso discurso de la cabeza de la serpiente. Pero la acción comenzaba ya a estar en Asia, en la China de la primavera de 1925, con la huelga general de Catón, en el terreno que iba a ser luego literatura de Malraux en "La condición humana" y "Los conquistadores", donde un gran revolucionario profesional, Borodin - personaje favorito de Malraux -. Borodin tuvo un hombre de confianza, un conocedor de Asia y fue Ho Chi Minh, para quien la revolución china no era más que una antesala de la de su país. Borodin formó una escuela militar. El director era el coronel Chiang Kai Chek, el jefe del departamento político era Chu En Lai. Ho Chi Minh siguió la estela revolucionaria de Chiang Kai Chek, pero en la famosa noche del 3 de abril de 1927, cuando Chaing Kai Chek cambió de cara y se desembarazó de los comunistas en una enorme matanza. Ho Chi Minh consiguió huir y comenzar una nueva carrera revolucionaria en Birmania, en China, en Siam, vestido, unas veces, de monje budista; otras, de campesino, pasando de cárcel en cárcel, de tortura en tortura, volviendo a Moscú unos días para "ponerse al día", regresando a los puntos agudos para organizar huelgas, motines, levantamientos. Mientras tanto, su vida humana proseguía. Escribía poemas, amaba, tenía hijos.

JEFE DE ESTADO

Ho Chi Minh no volvió a su país hasta 1940, veintiocho años después de haber salido de él como mozo de paquebote. Por fin era "Su" revolución. Ho Chi Mihn luchó en las guerrillas durante los cinco años de la ocupación japonesa y dirigió al mismo tiempo una difícil obra diplomática. Los enemigos de los japoneses eran sus amigos. Podía volverlo a ser, temporalmente, Chinag Kai Chek. Lo eran los americanos, los comunistas chinos. Los soviéticos. Lo eran también los franceses, por el momento. DE todos obtenía ayuda y con esa ayuda sostenía las guerrillas de los que iba a ser el Viet Mihn. Unas guerrillas que dirigía Vo Nguyen Giap, que hoy es el general revolucionario más prestigioso del mundo, el que iba a ser vencedor en la batalla de Dien Bien Fu. Cuando la guerra terminó, doscientos mil soldados chinos entraron en el Vietnam. Ho Chi Minh continuó la lucha, esta vez con la ayuda de los franceses, para que se fuesen los chinos, mediante unas famosas conversaciones sostenidas en París con el entonces jefe de gobierno, Bidault. Se contaba entonces que Ho Chi Minh besaba en las mejillas a Bidaut, en la "accolade" francesa, pero que el hombrecillo que luego fue jefe de la OAS se resistía: decía que las barbas le hacían cosquillas, pero mucho sostenían la idea de que era un rechazo físico de tipo racial… Cuando los chinos se fueron, Ho Chi Minh combatió a los franceses. Esta vez le ayudaban los americanos, los comunistas chinos, los soviéticos. Y Giap ganó la batalla de Dien Bien Fu, y el desenlace fueron los acuerdos de Ginebra, la división del país en dos y la conversión de HoChi Mihmn, por primera vez en jefe de Estado.
LA VIA VIETNAMITA
Dieciocho millones de súbditos le veneraron. Era el "tío Ho". La asociación de jóvenes revolucionarios se llamaba, en una curiosa contradicción familiar,, "los nietos del tío Ho". Pero a la guerra contra Francia sucedió la guerra contra los Estados Unidos. Las guerrillas del Sur recibieron su ayuda, los americanos respondieron con los bombardeos de Vietnam del Norte, de Hanoi… Para Ho Chi Minh, según sus interlocutores, no hubo nunca un momento de inquietud, Desde sus primeras escuelas revolucionarias había sostenido la máxima de que un ejército popular es superior al mejor ejército moderno. Desde el principio de la intervención americana declaró que los Estados Unidos no son capaces de llevar una guerra larga y sin final previsible. Sus predicciones se cumplieron. Y ahora Ho Chi Minh mantenía una difícil diplomacia: sostenía la " vía vietnamita del comunismo", buscaba las formas de unidad con los jóvenes guerrilleros del Sur, mantenía amistad y distancia con la China comunista y al mismo tiempo, con la Unión Sovietica, dirigía las negociaciones de París con los Estados Unidos. Y al mismo tiempo, aparecía como la figura revolucionaria que si hubiese vivido cien años habría podido inflamar toda Asia…. el albura del traje le arde el corazón abierto.
No trae escolta, ni paje pasó montaña y desierto en la blancura del traje sólo el corazón abierto no quiso más para el viaje.

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